Habitar el fuego: ÁNIMA SOLA

Habitar el Fuego: Ánima Sola; entrelaza la dualidad del fuego y el alma solitaria. A través de imágenes fotográficas y formas escultóricas, esta exhibición nos invita a explorar la conexión entre el origen ígneo del espíritu y una soledad inquieta. El fuego, la pasión humana y la transformación espiritual son aquí ejes temáticos y originarios de una experiencia artística.

Las obras que reúne esta exhibición comparten elementos iconográficos y simbólicos con el Ánima Sola. Tienen, pues, un origen ígneo: fuego y madera quemada y el sentimiento de soledad que abrasa abrazando al sí mismo.

En la tradición popular, el Ánima Sola representa las almas en pena del purgatorio. Se presenta iconográficamente de género femenino, desnuda o vestida de túnica, envuelta en voraces llamas de fuego y sus manos sobre el pecho en gesto de penitente o de oración. Etimológicamente, su nombre proviene del latín “anima”, que significa “alma”. Esta, a su vez, proviene del griego “ἄνεμος” (anemos), que se traduce como “viento” o “soplo”. El Ánima Sola es un alma que sufre su pena en soledad. Sin embargo, a pesar de ser un alma olvidada y desamparada, representa también un posible estado de purificación. Ya que el fuego del purgatorio (concepto católico) es un estadio liminar de sufrimiento y dolor que, tal como se deriva su nombre, purga (del latín purgare, que significa “limpiar” o “purificar”) el alma de todo pecado.

El fuego, siguiendo a Heráclito, tiene como característica “sacar a la luz”. Tal cual el fuego del purgatorio saca el pecado del alma, también saca otras cosas. El fuego es intercambio; se enciende, se apaga y en su reposo se consume. Quita y otorga. Por lo tanto, el culto al Ánima Sola se dirige también a apaciguar este dolor y sufrimiento de las almas en pena para que puedan, de una vez por todas, descansar.

Por otro lado, es posible interpretar el dolor y el sufrimiento del Ánima Sola mediante una hermenéutica que tome en consideración el infortunio de sufrir en soledad. Ya que resalta la tristeza y la melancolía que a menudo acompañan al sentimiento de soledad. Como dice el refrán “pena acompañada, duele menos” (las penas, si se comparten, son menos – los duelos con pan, son menos).

El fuego es movimiento y devenir. Es el ciclo de la materia y del ser, tal cual la naturaleza transitoria y eterna del alma humana. En este sentido, el Ánima Sola simboliza, también, la noción de que la soledad no siempre es una carga existencial, sino que además es una ocasión para la reflexión e introspección.

Las esculturas encarnan la transformación física y simbólica que el fuego puede provocar en los materiales. Desde metales moldeados y fusionados por el calor hasta madera tiznada, estas piezas representan la alquimia intrínseca del fuego. Las esculturas juegan con la dualidad del fuego como destructor y creador, igual que las fotografías plasman el tránsito de luz a oscuridad.

La artista nos invita a contemplar el fuego en todas sus facetas, desde su poder elemental hasta su profundo significado cultural y simbólico. A través de sus obras, nos recuerda que el fuego, aun siendo una fuerza destructora, es también una fuente de iluminación y transformación, a la vez que irradia una posibilidad para conocer mediante su luz nuestra propia soledad.

Reynaldo Padilla Teruel, Curador MUSAN

2023

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